sábado, 6 de noviembre de 2010

pensando tus líneas, dibujo tu sombra
maldita figura que a mi mente ahoga
me atormenta tu sed
tu vuelo
tu ala
tu tótem de mármol
que proyecta la jaula
que reprime
confunde
desierto maldito
extensas cadenas
arena picante
agua
agua
sed
y tú en un mar de acuarelas
y mi desierto
que se extiende
en tu vasta sombra.

"let the music be your master"

música
música rodeándo mi cuello,
música en los átomos,
en las luces y los platos.
música
música en los ambotellamientos,
en la mirada penetrante se encuentran sordos graves,
música cuando te vas, cuanto estás,
música en nuestras sábanas,
acordes en el piso.
música
silencio
bailando al compás del hervor sanguíneo,
rompiendo negras, corcheas y blancas.
Música desangrando en mi cuerpo
y tu alma desnuda.

domingo, 24 de octubre de 2010

calla

Se vistió de plumas y echo a andar
La gente reposa al ver su presencia
Descansa en paz al verlo llegar
Destraban las puertas, renuevan el aire
¡Qué tranquilidad hay en la ciudad!
Nena desprevenida que cantando va
Del árbol es presa ya
Los gritos se mezclan con plumas y sal
Sus dedos hundidos el camino recorren
Un búho vuela la escena
Y grita y canta
Y rápido rompe las aves migratorias
Entra al palacio, quemando el pacto triangular
Del saber, callar y no afrontar.
Se dirige al Rey, a informar la trasgresión
Al levantar el piso
Ve al plumífero, con el disfraz a medio abotonar,
Y una lágrima infantil le recuerda su rutina.

Vicenta

Esa tinta china que riega las plantas!
Se nutre de nuestros infortunios
Se rie en nuestras pestañas
Se empalaga pintando cual espejo
Fiel reflejo ciego
Nos empapa de verdad.
Y al ver la obra seca
Mitad verdad, mitad carcajada
Lloramos por su ceguera
Por la crudeza que ésta transmite
Por el ángulo agudo impreso
Por la confusión de verbo
¡Ay Vicenta que haz hecho!
Lloramos por tu corto vuelo
Por tu piel de mármol
Por el paisaje taciturno
Por el río desbordado
Lloramos por
Lloramos
Y en el reflejo
Lloramos nuestra ceguera

jaque

Me ataste con cuerdas de nylon
A lo criollo
Que ingenua que fui, las cuerdas, ese era tu secreto,
tu arma mortal, tu cuchillo envainado, tu manga en el as.
Madera de acá, clavo de allá y dirigís al títere en su mejor papel

Llanto, mocos, un poco de tragedia claro que sí

Despiste, mosca, que ingenuos que se ven todos desde acá
Tus raices, tus cicatrices, tus varices, arañas y ciempiés
Sos transparente, te veo, te toco, te robo, te huelo
Te amoldo a las tablas que te ocupa tocar
Y pensás que te envuelvo, que te ato a mi
Te ato a vos
A tu destino, a tu sombra

Perdón, me tomé el atrevimiento
No, señora, eso no es necesario
Realmente, no
No llore, no sangre
El maquillaje, el maquillaje
Por favor compórtese, que usted es el centro
Las miradas son sus esclavas
Muévelas cual alfil, torre o peón
(rimel)
Siéntase dueña de su accionar, usted es libre
(avise cuando le tire)
Sí lo cree apropiado, tire agua, escupa lluvia
(el trapo está atrás)
Siempre confíe en usted, usted es mi guía
(ya comienza la función)
Vaya en paz, haga lo que mejor sabe hacer
Y no se sienta intimidada
Que nosotros la dirigimos desde arriba.

miércoles, 6 de octubre de 2010

y te suelto, y al soltarte vuelo y veo
y te veo lejos, fugaz...
.                                 y ya no te siento
sentir
.        mecanismo
.                         intermitente...

y al verte vuelo,  y perezco ante tu inmensidad, tu gigantismo que me ahoga.
en tu sombra se proyecta mi ser.
mi ser delimitado por tus labios, mi alma desnuda, mi mente-puente
tu sombra alberga mi escencia, que tan vasta como inmune intentó su salida
y al verse atrapada, sedienta, se apropia de tu escencia, llegando así al éxtasis.

domingo, 15 de agosto de 2010

ciento diez

ciento diez y el pulso tiembla
ciento diez y Ramiro aparece en papel (siempre presente en intangibles)
ciento diez balcones y un jardín entero
el socialismo, su banderín, el caballito de madera, el falcon
ciento diez y te siento tan cerca y hoy re recuerdo, me siento vos
siento una parte tuya dentro mio que fluye
caliente y al punto justo de hervor
estás en mi, y no quiero bajar
siento diez tu olor
ciento diez y te extraño, y no te lloro
porque lo que fluye no exterioriza
lo que narra, adentro queda
y ahí te quedarás

debajo de la cama

Y en tanto no comprendan que nacieron para no pertenecerse, para no conjugar, para no ser unidad ni fluido… una de las dos medias siempre se va a perder.Porque subsiste, porque en la otra realidad, esa que vemos cada tanto, que el puente (frágil y caprichoso) cada tanto nos deja conocer, solamente en esa son. Solamente en esa sus hilos se cruzan, se baten, y las burbujas que salen redondas y pegajosas, no son mas que palabras, verbos, esclavas, extras, regimenes del tiempo, tic tac de los relojes, disparo en la largada. Las burbujas se esfuman, corren río abajo como las gotas de lluvia en la ventana del vidrio del auto, y dejan ver lo verdadero, el hervor verdadero. Y son ellos, y se reconocen, y se miran y se gustan. Y al mirarse se afirman, se encuentran, se ven a ellos mismos. Se tocan moldeándose, delimitando el campo de batalla, escribiendo con fuego su nombre imaginario, siguiendo el contorno de la llama reflejada. Qué es la vida, más que una sucesión de reflejos reflexionados? Vidas de otros, vidas ajenas, ya vividas, ya masticadas, siguiendo su curso, como el dibujo de las burbujas, como las gotas….su curso.

el gran volcán

Vuelan, abajo negro luz por venir. Pero no, no era él.. en tanto lo reconoció, gritó tan fuerte que se desvaneció en el aire atravesando ondas sonoras su vulnerable cuerpo libre, de suaves líneas, de implacable simetría. Cayó tan fuerte, que les dolió. Sangre, ríos rojos, mares verdes, campos azules y todos reian sin parar. Gritos mudos, de adentro nada salía, todo era exterior, nada llegaba ya a ese mundo de horrendas criaturas... “solo quedamos nosotros” pensó. Y así era, desde hacía tiempo. El dolor del pavimento, el calor de la acera transpirada, les dolía, les dolía pero no, no escuchaban. Cada uno, burbuja individual, angustia compartida. Juntaron fuerzas y poco a poco se fueron despertando, levantando, apoyándose entre ambos para poder soportar el dolor. No remontaron, pero se irguieron. Lava, hielo y algún que otro elemento los envolvía. Extasiados aún, no podían diferenciar las caras, el lugar, su ubicación –nunca se movieron. Creían reconocer gente familiar, caras vueltas de hoja, pero el centro no. Y cómo un animal infernal, despojado de su ser, similar a una bestia, iniciaron su búsqueda. Arrazaban con todo lo que en su camino se interpusiera, caballo empedernido en carrera. Desesperados, sólo se quedaban ellos mismos –sí es que aún lo hacían. Pozo y caida, una menos. Corrían tiempos de supervivencia, ellos dos solos quedaron. Se miraron y se reconocieron, se vieron reflejados, vieron su reflejo, en lo que se habían convertido y lloró. Lloró y lo escucharon. Pero tarde, tarde como todo. La vida, el agua, el aire, el tiempo. Se escurre, río abajo y en una laguna tranquila yacen esqueletos de éstos impuntuales. Y nosotros? Seres sin agujas, atravesadas en el cuerpo, que nos atan una parte y la otra la dejan volar, sangrar. De no escuchar, moriremos desangrados.